Apenas salida del mar, los Céfiros la llevaron primero a Citera y luego a la costa de Chipre, donde fue acogida por las Estaciones, vestida, ataviada y conducida por ellas a la morada de los Inmortales.
Afrodita se casó con Hefesto, el dios cojo de Lemnos, pero amaba a Ares, el dios de la guerra. Según Homero, los dos amantes fueron sorprendidos de madrugada por el Sol, que todo lo ve, y se lo contó a Hefesto. Éste preparó una trampa secreta, una red mágica, que él sólo podía accionar.
Cuando una noche los vio en el lecho, activó la red y llamó a todos los demás dioses del Olimpo para que lo vieran. El espectáculo estaba asegurado y todos se rieron de los dos amantes. Afrodita, avergonzada, se marchó hacia Chipre.
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